Pablito de 3 años pronto se encontrará sin cobertura médica después del veto al programa de salud SCHIP.
El pasado mes de septiembre mi hijo Pablo de dos años fue diagnosticado con un tipo de epilepsia. Aunque es algo difícil de asimilar para cualquier padre (nadie quiere ver a su hijo/a sufriendo este tipo de enfermedades), todo se hizo menos complicado y preocupante porque mi familia disfrutaba de cobertura médica gracias a mi trabajo. Después de las internaciones en el Hospital, los exámenes, las visitas a la sala de emergencia, las tomografías computadas, los rayos X, las ambulancias, los electroencefalogramas, los paramédicos, los doctores, los especialistas, y los remedios con prescripción médica, la cuenta rápidamente escaló hasta una suma cercana a los $30,000. Por suerte tenía seguro médico y… trabajo. Hasta que llegó el anuncio de “lay-off”, y me quedé sin trabajo fijo, pero con seguro médica (por sólo unos meses más).
Y aquí me agarró la desesperación… ¿Qué hago? ¿Qué ocurre si tengo que internar a mi hijo de vuelta? ¿Y si tengo que hacerle otra tomografía computada? (la última tenía un costo de $4,000). Una buena opción sino encontraba trabajo fijo podía ser el programa de salud para los niños, SCHIP. Pero al mismo tiempo, el Presidente Bush vetaba la ampliación de la cobertura a millones de niños ciudadanos o residentes legales. Y al mismo momento me entero que mi congresista, Mario Díaz-Balart, también había votado en contra de esa ampliación, que podría haber ayudado a mi hijo en el futuro cercano. ¿Con qué excusa estos burócratas pueden negarle a mi hijo ese derecho humano tan básico de tener acceso al mejor cuidado médico posible? ¿Cómo puede ser que el país más rico del planeta le niegue ese derecho a mi hijo de dos años? ¿Qué se supone que haga como padre?
Desearía que Mario Díaz-Balart le explique a mi hijo cara a cara las razones de olvidarse de los más indefensos e inocentes.
Pablo -- Miami Lakes
